Didáctica para estudiantes del siglo XXI: preparación artesanal
Por Jair Lira
Antes de comenzar, me gustaría advertir que las siguientes líneas no constituyen una entrada relativa al mundo de la gastronomía. Entonces, podría ser un buen momento para abortar la misión o seguir leyendo. Solo es un intento para introducirte al tema y para extender una invitación a través de una analogía.
Estimada(o) docente y ciudadana(o) del mundo digital, ¿recuerdas algún platillo sublime que hayas probado en algún lugar y en algún momento en la vida? ¡Anda! Cierra tus ojos y tómate unos segundos para imaginarlo. Piensa: ¿qué ingredientes contenía?, ¿qué aromas despedía?, ¿cómo eran las texturas de los ingredientes?, ¿qué tal la mezcla de los sabores?, ¿estaba caliente, tibio o frío?, ¿era una porción exagerada o suficiente para saciar el hambre y desear probarlo una vez más?, ¿qué hay de la presentación?, ¿tenía buena pinta?, ¿era una entrada, un plato fuerte o un postre?, ¿cómo se come?, ¿para qué tipo de comensal crees que fue elaborado?, ¿resultaría tan agradable para cualquier otra persona que lo pruebe?, ¿por qué?
No sé si imaginaste una sopa azteca, una hamburguesa con papas fritas, una ensalada, un pastel de chocolate o algo más exótico y atípico para tu ubicación geográfica o para tus costumbres. Tampoco quisiera arruinar tu momento, pero se me ocurren muchas otras preguntas: ¿en dónde estabas cuando lo probaste?, ¿cómo era el lugar?, ¿qué sonidos escuchabas?, ¿qué tal el clima?, ¿estabas a solas o en compañía?, ¿cómo te sentías de ánimo en ese momento?, ¿era algo que regularmente comes o fue la primera vez que lo probaste?, ¿qué fue lo que más te gustó de ese platillo tan entrañable? Honestamente, ¿por qué consideras que recordaste, en primer lugar, ese platillo y no otros?
Pensemos un poco más y desde una posición distinta: ¿quién lo preparó?, ¿qué conocimientos, habilidades y disposiciones tendría quien cocinó para que fuera “el platillo”?, ¿cómo lo hizo?, ¿qué quería lograr?, ¿cuál era su misión? De entrada, me imagino que ya había elaborado ese platillo y muchos otros, en repetidas ocasiones con técnicas y medidas adecuadas, durante su vida. También me atrevería a pensar que sabe lo suficiente sobre sabores, texturas, olores, combinaciones, cantidades, temperaturas y demás. Pero, seguramente, lo que le daba ese toque tan especial e inigualable era el amor y el entusiasmo que le imprimía al prepararlo para hacerlo llegar hasta tu mesa y hacerte muy feliz.
Si quisiéramos profundizar todavía más, preguntaría sobre el origen de los ingredientes, ¿desde dónde y cómo llegaron a las manos de quien cocinó?, ¿quién los eligió? o sobre la receta, ¿a quién se le habrá ocurrido?, ¿a partir de qué eventos?, ¿en qué momento histórico? No sé tú pero, incluso, me daría curiosidad indagar en las experiencias que vivió esa persona que cocinó para que el día que probaste ese grandioso platillo haya resultado un verdadero deleite. Por supuesto, también, en lo que te impulsó para elegir del menú ese platillo en particular o, si no había opción, en aceptar probarlo. ¡Vaya! ¡Qué delirio! Al parecer, cada platillo esconde muchos aspectos que no vemos a simple vista. No con los ojos, al menos.
¡Tú eres el cocinero de tu clase!
No más preguntas. Ahora, intentaré explicar de qué va todo esto. Piensa que así como existen relaciones de dependencia recíproca entre los tres elementos expuestos anteriormente (cocinero, platillo y comensal), en el terreno de la educación académica, ocurre algo similar entre: docente, contenido y estudiante. ¡Es correcto! Siguiendo esta analogía, querida(o) docente elegiste ser el/la cocinero(a).
Más allá del reconocimiento que merecen por los conocimientos y grandiosas habilidades para hacer posible el producto final, ambos comparten la misión de edificar con amor y mucha pasión para alegrar corazones y saciar el apetito.
Me parece que son claras las disposiciones implicadas. No sé qué piensas… Al igual que los cocineros, los docentes se ensucian las manos, eligen los ingredientes cuidadosamente y con mucha pertinencia, hacen mezclas con porciones precisas y demás. En resumen, hacen toda una preparación para poner en contacto al receptor con el producto final y que la experiencia sea gratificante.
Podrías elegir entre ser muy orgánico y artesanal o más bien práctico. No hace falta que te cases con una postura específica; supongo que puedes saltar de una a otra dependiendo de la situación, el propósito o las circunstancias. Por ejemplo, si el contenido es para inducir un tema, si es para profundizar o para cerrar. Finalmente, tú decides en qué inviertes tus esfuerzos para cumplir la misión y qué tan impactantes te gustaría que sean los contenidos para tus estudiantes.
Los ingredientes esenciales para un menú de 10
¡Bien! Con suerte, ya tenemos algunas ideas de lo que podríamos hacer para que los estudiantes logren recordar ese platillo tan especial con anhelo. Pero para que las ideas no sean solo ingredientes, las sugerencias, que se me ocurren son las siguientes:
- Toma en cuenta las diferencias individuales: Sabemos que, a pesar de que en los grupos se comparten ciertas características en común, cada estudiante está moldeado por historias únicas y vive situaciones particulares, que no siempre conocemos o podemos ver. No se trata de satisfacer caprichos. Sin embargo, sabemos que cuando tomamos en cuenta los intereses, las motivaciones, habilidades, conocimientos previos y disposiciones de cada estudiante propiciamos que se involucren en mayor medida con los contenidos. Los tenemos de nuestro lado.
- Ofrece opciones: Sí, así como en los menús de restaurantes que incluyen varias opciones para la entrada, muchas opciones para el plato fuerte y otras tantas para el postre. Puedes incluir recursos y estrategias varias (lecturas, organizadores de información, mapas interactivos, audios, videos, simuladores, realidad virtual o aumentada, presentaciones, sitios web, imágenes, historias, situaciones reales, seminarios socráticos, rutinas de pensamiento, etc.) para los tres momentos de la clase: inducción, desarrollo y cierre. Permite que elijan. ¡Claro! Con esto no pretendo promover que cada alumno se limite a escoger siempre lo mismo, lo que ya conoce o que cada quien haga lo que quiera. Por lo tanto, sería importante proponer “sugerencias del chef”, con la intención de que se animen a desarrollar otras habilidades, a explorar otros aspectos o áreas de conocimiento, no menos importantes. Puede que, finalmente, no les guste el pescado pero necesitan probarlo para saber. Con suerte les gusta cuando es preparado de una forma distinta.
- Aprovecha los recursos tecnológicos: Aquí podrías optar por la practicidad. En lo personal, me encanta lo orgánico. Me fascina la idea de que no solo consumas sino que también te animes a crear tus propios contenidos artesanales. Es más, cuando lo hagas también podrías compartirlos con el mundo digital. Pienso en algunos cocineros que no utilizan salsas ya hechas o alimentos congelados, sino que se valen de sus propias recetas. Sin embargo, por las circunstancias o lo que sea, no siempre tenemos la posibilidad de generar novedades todo el tiempo. Afortunadamente, hoy en día puedes encontrar bastantes recursos valiosos en la web, de calidad y desarrollados por educadores o aficionados de la educación. ¡Aprovéchalos!
- Arregla el ambiente: Al principio insinuaba que, a veces los platillos también se vuelven entrañables cuando asociamos con el ambiente (con la música de fondo, con la compañía, con el estado de ánimo, etc). Si está en tus posibilidades, procura aparear los contenidos con otros estímulos. A mí, por ejemplo, me gusta poner música antes de iniciar una sesión en línea. Usualmente alguna que inspire. Se me ocurre que podrías indagar en las preferencias musicales de tus alumnos. Permite que utilicen recursos disponibles de su entorno, que les entusiasmen o despierten curiosidad. Planea y delega actividades individuales, pero también en equipos pequeños y en grupo para que discutan mucho y aprendan a ponerse de acuerdo.
- Hazlo con amor: Piensa en aquella escena de la película “Como agua para chocolate”. Estamos de acuerdo en que es puro realismo mágico pero, en serio, la gente suele percibir la emotividad que imprimimos cuando hacemos las cosas. Pregúntate, ¿cómo tendría que hacerlo, con qué ingredientes y ánimos para que los estudiantes recuerden para siempre eso que quiero transmitir? Al final, nos gustaría mucho que los estudiantes se enamoren de la idea de aprender. ¿No es así?
Estarás de acuerdo conmigo en que es más probable que se recuerde un platillo en particular por la experiencia completa; más que por el platillo en sí, por la ingeniosa labor del cocinero o por el ambiente del lugar en aislado. Por lo tanto, la invitación para ti profesor(a) es que no desistas de practicar y de probar nuevos recursos o estrategias para enriquecer las experiencias del aprendiz.
Desde luego, en Digital Family encontrarás un equipo de profesionistas apasionados dispuestos a contribuir en el proceso, de la mano de la tecnología.